Cuentos bajo la almohada: 2011

La nostalgia






Pinturas de Denís Núñez Rodríguez: http://denispintor.blogspot.com/












A veces, un perfume, un sonido, una imagen, despierta en nosotros un recuerdo punzante en el alma. No por punzante es siempre doloroso. Pero sí es profundo. Y puede hacer saltar una lágrima, o simplemente, aislarnos del presente que nos rodea, como si nos envolviéramos en un capullo, y hacernos revivir ese instante del pasado, de modo más real aún que el tiempo actual.
La nostalgia es un perfume, a veces, venenoso, porque impide contemplar francamente el presente; pero otras veces es delicioso y embriagador, y ofrece un colchón de serenidad donde refugiarse y encontrar un poco de belleza. Es una mirada a otro tiempo, a otra realidad, que sigue latiendo; y lo seguirá mientras nosotros le demos vida con nuestro pensamiento ( realmente le damos un poco de nuestra vida, por lo que no sabemos si estamos muriendo lentamente, o si vivimos más intensamente).

También hay otra nostalgia: La de lo no vivido. Pero ansiado, añorado. Es la nostalgia de los sueños. La que, como si ya se hubieran realizado, viene a nosotros para recrearse en nuestra mente, y trae un perfume igual de cautivador que la del pasado. Incluso más fresco por estar envuelto de misterio.

Y aún hay otro tipo de nostalgia...

Muchas veces se añora algo; algo grande e importante. Y sin embargo, no se sabe qué es. Nos puede perseguir toda la vida, dejar un vacío al no tenerlo. Un vacío existencial y real. Puede que nos pasemos el tiempo buscándolo.
Eso, es también nostalgia. Y quizá, lo hayamos ya vivido.


****



Pintura: Victor Bregueda


****

LA VIEJA DAMA. ANTONIO PORPETTA


Pintura de Mª Angeles Rodríguez Díaz: http://ma-angeles.artelista.com/



Hay una vieja dama
que llama suavemente a nuestra puerta
con el leve marfil de sus nudillos.
Conoce bien la casa:
nos saluda
con su hermoso silencio
y deja en el vestíbulo sus guantes,
su sombrero, el cansado paraguas
de las lluvias de otoño.
Luego entra
en la sala, derramando a su paso
una luz somnolienta de quinqués,
un remoto perfume de magnolios.
Se sienta en la penumbra:
siempre ocupa
el callado rincón de la ventana,
y desde allí nos mira
con sus ojos de sándalo,
mientras brota en sus dedos
el mínimo huracán del abanico.
No necesita hablar:
la vieja dama,
con su tenue presencia,
nos descubre un paisaje de hondos universos,
nos hace recorrer caminos muy lejanos,
dibuja en nuestra frente escenas y palabras
aromadas de olvido.
En las horas del llanto
se acerca al clavecín, y canta quedamente
una alegre balada que enamora,
hasta que vuelve el sol a nuestros labios.
¡Qué remansado mar,
qué lluvia generosa
nos da su compañía!
¡Cuánta vida renace
con su silente bruma!

Cuando llega el momento, se despide
con un breve ademán:
quizás vuelva mañana.
La vemos alejarse, rodeada de pájaros,
maternal y serena.
El frágil camafeo
que cuelga de su cuello
guarda la miniatura
de nuestra propia vida.
Porque esa vieja dama es la nostalgia.


Antonio Porpetta (De "Los sigilos violados")



***



Per Olov: