Pintura de Victor Nizovtsev
SIRENA
Aquella playa pequeña
contenía el clamor de tu ruego.
Las gaviotas se lo bebían sedientas,
se lo bebían...
Tierra adentro los niños
escuchaban el cuento
de la sirena olvidada:
tu vida
en sus grandes ojos asombrados...
tu vida
en sus grandes ojos asombrados...
Flotando sigues,
preguntándote
qué hacer de tus dedos tristes,
preguntándote
qué hacer de tus dedos tristes,
medusas abandonadas,
recorriendo la espuma
que él dejó.
¡Oh, dónde encontrar
la mano que amansó con dulzura
el oleaje de tus cabellos!
¡Oh, dónde encontrar
la mano que amansó con dulzura
el oleaje de tus cabellos!
.
Cantabas, cada vez más despacio,
junto a las ballenas heridas.
Eras
un tallo de violines
quebrándose en la bajamar.
Eras
un tallo de violines
quebrándose en la bajamar.
Tierra adentro los niños
coreaban el cuento,
de la sirena abandonada.
Pero tú cantabas
sola como el ancho mar,
Pero tú cantabas
sola como el ancho mar,
incansable.
Y todavía te oigo,
firme, transparente,
ante cada barco que a lo lejos
ante cada barco que a lo lejos
te muestra sus hinchadas velas
de promesas.
*