Cuentos bajo la almohada: mayo 2022

A tu lado AMANEZCO (prosa poética de amor)





 A TU LADO AMANEZCO

Amanezco cada día porque existes.
Amanezco vertiendo rosas en la mesa.
Me visto con la luz de las risas que quedaron en las sábanas.
Y soy como el mar cuando estira sus olas y pide a la tierra su caricia: "Amor, no te vayas sin besarme".
Sujetas mi cintura de terciopelo solar; posas tus manos como el que toca una ofrenda.
Nos miramos. Miles de raíces arraigan en nuestros corazones.
Sales con un resto de carmín en la nube de tu frente. 


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Noviembre, 2015 "Madera y miel" Madera y miel

La gaviota (relato breve)

 

                      


                           LA GAVIOTA

 

  Bajo sus párpados cerrados todas las heridas sangraban; se sentía líquido vertido al mar, supurando por cada poro de su piel; completamente deshecho; flotando, a merced de una inmensa voluntad de agua. Su pequeño velero fue despedazado en la tormenta más salvaje que la mar hubiera improvisado para ningún mortal. Aferrado a un trozo de plástico como una lapa de carne y hueso aterrorizado, despertó de su inconsciencia y miró al cielo, y luego a su alrededor...

  La palabra que golpeó su mente fue: negrura. La noche se bebía su corazón: Densamente, espesamente, absolutamente. Gotas negras golpeando su piel. Noche rayando sus labios ateridos. Frío. Nada. Soledad despiadada para esa mota de apenas sesenta kilos de voluntad sobre una masa móvil e infinita de agua negra, sin voluntad conocida.

  Qué podía hacer sino rendirse… allí, solo, tendido sobre las fauces del abandono, a latigazos de frío, a mordiscos de miedo con sabor a sal y a muerte. El silencio helado de las gotas ululaba por su piel… La garganta abismal del mar sabía esperar.

  Volvió a cerrar los ojos. Terror. Dolor. Frío. Soledad. Ya no podía más. Dentro de su ser se había roto todo... Y lo aceptó, y se dejó caer, sin lucha ya, a merced de un "Sea" que circulaba como sangre de estrellas por su cuerpo.

  A través de los párpados, medio velados por un sueño que se acercaba, fruto del congelamiento, entrevió una forma blanquecina a su lado. Se mecía, como él, en la vastedad cósmica del océano. Estaba hondamente callada, muda como él. No distinguió de qué ser se trataba. Tan sólo captaba una presencia neblinosa que emitía mucho, mucho calor. Y empezó a notar que sus miembros eran cubiertos por una gigantesca pluma caliente. El mar se había vuelto cálido. Ya no temblaba ni sentía pavor. De un modo lírico y piadoso, se sentía acogido. Y se durmió, consciente de que no era posible hundirse ya más de lo que su alma había experimentado. Un amoroso y lento sueño circuló por sus venas como un río calmo. Se rindió plenamente a esa sensación.

  Despertó. Incomprensiblemente, seguía vivo...

  Quiso moverse, pero no pudo. Estaba extrañamente enredado a una red de pesca. Oyó voces alarmadas de maravilloso timbre humano; voces hermanas...

  Y a su lado había una gaviota, que dormía. Era la misma presencia que le acompañó toda la noche, nítidamente contorneada. El ave, con un graznido limpio como el amanecer echó a volar hacia las abiertas manos del sol.

  Y él creyó sentir todas las gotas del mar a la vez derramarse tersamente por sus ojos.

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Maite Sánchez Romero (Volarela) 
(De "El viento en tu rostro", Nov. 2020)

El poeta está solo (MICRO)

                                                              Pintura: La muerte de Chatterton, por Henry Wallys 
 


Siguiendo la propuesta de Gustav en su blog... 


                                                                   EL POETA ESTÁ SOLO


"Su cuerpo fue bebido como un néctar de hibiscos a pleno sol, por dos labios secos como dunas. 

Él resbaló por su corazón abierto, estremecido, y besó cada uno de sus latidos en flor. 

El héroe se rindió ante la walquiria, y puso girasoles de fuego a sus pies. 

Mientras se abrazaron, retazos de niebla copulaban con el sol y una polilla sobre un árbol se tiñó de oro."


Abre la ventana. El moscardón atrapado sale al fin. El joven está tan solo como un tren abandonado en Venus; un suspiro se le escapa hacia las esquinas dormidas del puro silencio. Coge un cigarrillo. Expele una voluta que quiere ser mujer. Abajo, en la calle chirrían unos frenos. Sale alguien del coche. El poeta se acerca a la ventana, ve una muchacha cruzar el asfalto con el poder contenido de los gatos y piensa: "Pudiera ser Ella; pudiera oler a lilas..." Y sigue escribiendo:

"Los amantes son descubiertos por la tormenta riendo bajo las sábanas del cielo..."

El poeta está sólo con su imaginación creando más y más volutas suaves como senos de náyades.

De pronto, llaman a la puerta. El poeta abre y contempla asombrado. Traduce para sí:  dama amaneciendo, música de flautas en la piel; ojos de azul hipnótico, con acabados de gata siamesa. ¡Y huele a lilas recién abiertas... !

Descubre largas lianas cobrizas cayendo por su escote, cabellos que algún día podrían retozar plumosamente en su propio pecho. 

Su líquida voz al presentarse es puro jugo de grosellas. 

Esa tarde fue muy fructífera para la vendedora. Su primer día y ya había conseguido cubrir el objetivo de una semana con aquel cliente que parecía haberle caído directamente de la luna.

Se cierra la puerta. El poeta vuelve a estar solo como un monolito en el océano. Pero le ha pedido su número de teléfono. Mira el papel garabateado por aquellos dedos como sombras de junco; todavía huele a musa. 

Soñará muchos días con ese papel. Lo estrujará en su pecho, lo besará, lo tirará a la calle y volverá a por él... hasta que comprenda que ella nunca contestará a sus llamadas. 


***