Cuentos bajo la almohada: 2020

Mi pecado (Mini relato)

                                                            

                                                                                Pintura: Roland Tamayo

 

                                               

                                              MI PECADO 

 

Amiga fuente. No te aburras de oírme, también yo escucho tu run-run cada día y no me quejo, lo celebro en mi seca soledad. Te diré un pecadillo que a nadie he contado:  robo sonrisas. Sí. Mira aquel montón de flores. Es mío. No mueren nunca porque son sonrisas. Hay de todos los colores, puedes ponerte una si quieres. Las que incluyen arco iris son especiales, esas, si las tocas, levitas.
  Verás, soy como Robin Hood. Robo a los ricos y se lo doy a los pobres. Sé que no está bien, pero ¿no ves que derroche de sonrisas tiene el sol?; ¡y todas para él solo! No, no, no... Convendrás conmigo en que es injusto este mundo. A él es a quien más he robado. Luego las vierto haya donde no se ve más que tristeza  y abandono, donde sólo germinan tallos rotos. Sólo que algunas se van volando e inflan los mofletes de niños bien felices; o pintan de lunares las montañas, o tiran la lluvia de las nubes. Se me descontrolan. Eso debe ser.... ¡En fin! Prometo abandonar mi pecado. Me haré payaso y trabajaré. Lo prometo.
   

  ¿Por qué callas ahora? ¿Y porque suenas a estrellas de hojalata en vez de a agua?  ¿Has robado tú mi sonrisa?

 

                                                     ***

 

   Microrrelato: Maite Sánchez Romero (Volarela) y pintura de Roland Tamayo

Dama del solsticio (Poesía)

 

Pintura: Goyo Domínguez



 
 
 LA DAMA DEL SOLSTICIO


Se levanta con hambre de nube recién nacida,
acaricia el lomo suave de la mañana,
atraviesa el sueño de las catedrales
y lo guarda en su ala esperanzada.

Salta a la comba del arco iris
con los niños huérfanos.
Le sigue un perro cojo,
enciende los párpados heridos
con luz robada al infinito.

Todos buscan en su saco de palabras
regalos del destino.
Ella los dirige
a la redondez pura del horizonte
y extiende sus palmas en la brisa...

A las doce en punto de la noche
sus ojos son palomas
posadas en las chimeneas;
hiriendo de belleza
el sueño de los durmientes.


*
 

 
  
Ilustración: Ed Org

Un deseo más... (Mini relato)

 

 

                                               Oaks, October Morning, 1909, J. E. H. MacDonald. (1873 -1932)

                                            


                                                   UN DESEO

 

Con estrepitosa pasión cogió toda la gama de colores cálidos de su inmensa caja de pinturas y los repartió generosamente por el lienzo. No le había quedado nada mal su bosque, arrebatado, entusiasmado de amarillos y rojos. Una senderista, que pasaba por allí, se llevó una hoja de arce, que ahora contempla pegada a la pared de su cuarto como símbolo de la muerte de las hojas transformada en belleza. Le recuerda que todo es efímero y a la vez eterno, pues aunque el solemne pintor, cuando lo indique su reloj de arena, borrará su cuadro para llenarlo de  nieve y soledad, volverá a sus tiernos ocres cada año, sin repetir ni un solo cuadro. 

Le dio las gracias al divino artista, y le pidió, que hiciera el gran favor de pintarla en ese bosque de oros, pero más allá del otoño, sin borrado, por detrás del cuadro, con una hoja rojo vivo dentro de su pecho, siempre a mano... para regalar. 

 

  Relato inspirado en deseos para el reto de diciembre de árbol de Ginebra


                           Y lanzando bien lejos mi sombrero  para que lo recoja  una gaviota coqueta en el 2021 ... os deseo que se cumpla la mayor de las felicidades, aquello que en lo más íntimo deseáis.

 

 

 

Os dejo la preciosa revista que Ginebra ha creado con todas  nuestras participaciones: 


Granizada (Mini relato poético)

 

        Pintura: http://tobalacuarelas.blogspot.com/2007/03/tormenta.html

 

 

 GRANIZADA

 

Cariño, quizá ya me has olvidado, pero yo no he podido. Hoy ha caído una de mis lágrimas escarchadas. Al besar a mí hija escapó rodando y enfrió su rosada mejilla. Llevaba un grito congelado en el silencio.

 Ella me miró como quien contempla un cielo lívido a punto de estallar. 

Siempre tengo frío. Debe de ser que estas lágrimas oprimidas circulan por detrás de mis ojos y viajan por la llanura vacía de mi cuerpo. Mi piel no es la misma desde que te abandoné. Envejece terriblemente deprisa, como esa rama que veo arder en la hoguera, agónica, sumisa. Al contemplarla me viene el recuerdo de nuestra primera noche: tu aliento brotaba con la temperatura dorada de las espigas. Tus labios fueron dejando sus vívidas huellas por mi gran luna dormida... Todavía tu dulce sexo crepita dentro de mí... liberando caballos por mi sangre.

  Te has enraizado tan hondo... árbol venerado. 

  El pasado me ciega con su lluvia muerta de cenizas... Escucha, donde quiera que estés; no tuve otra opción. Mi hija ahora tiene todo el calor que necesita... Una familia; compréndelo. Pero yo tengo tanto frío... Mi sonrisa poco a poco se coagula en mariposas heladas por las esquinas.

Hoy he besado a mi niña, y sin querer se ha deslizado por mi mejilla una dura lágrima que fue a caer en su rostro dormido... La desperté, y me miró asustada, como quien contempla una nube hinchada, plomiza, pesada, a punto de quebrarse. 


***



Más intrusiones en historias abandonadas en el mundo de Neogéminis

 

<FELIZ NAVIDAD BLOGUERA>

 


 

Inundada (poema en prosa de amor)

 

 


INUNDADA


Entre los molinos de viento del recuerdo hay un trozo de pan estremecido:
Es él.
Sus manos trazan arpegios en las nubes amarradas a tus ojos.

Tienes la carne arrugada por los instantes azules y constantes de las aguas compartidas.
Otra vez quieres mojarte. Sólo anhelas bucear en el mar de aquel pecho profundo.
Acariciar de nuevo sus cabellos con las algas de tus dedos clamorosamente conmovidos.

Y un tinte frío en tus uñas comienza a aparecer.
Te tragas más agua de sus labios fracturados por el tiempo.

La risa congelada de la nieve arrastra tu soledad por los brazos duros del glaciar...

Y tu vuelves, polilla de lluvia, a gotear tu anhelo de abrazarlo.

Pero todo es un sueño cóncavo, resbaladizo... caracola profunda donde a lo lejos brillan vuestros pies...
como amapolas hermanas.

 

***

 

Poema en prosa y fotografía: Maite Sánchez Romero (Volarela)

Meditando con una rosa rosa (meditación poética-espiritual)

 

Rosa rosa. Volarela

Tu presencia es presente. En este instante, tu corazón sin espinas me traspasa. Delirio rosa.
Eres vida, que bebió cielos y transmutó materia, y ocupó su tiempo en la belleza total. Tallaste en ti la mirada frágil del amor.

Naciste envuelta, apretada sobre ti misma, dispuesta a desplegar la espiral de tu misterio: secretísima poesía del universo; así despliegan su aroma las galaxias.

Me vives mientras existo en ti. Te vivo mientras existes en mí.
Ahora, estamos juntas:
Tus pétalos rosas se abren con la delicadeza de la niebla sobre mi vida. Tu cáliz es tierno, liso; se puede tocar tu mirada inocente a través de él. Y tu perfume en la hondura... me recuerda la voz de un ángel, al cual persigo entre silenciosas praderas.

De tu piel a mi piel camina la verdad.

Cuando la fría vida te arrebate los pétalos también estaré a tu lado, aprendiendo de tu entrega, haciéndose fruto.
 
*
 
Prosa poética y foto: Maite Sánchez Romero (Volarela)

Etéreo. El cisne que lee en tu alma. Prosa poética espiritual

 

ETÉREO
 
 
*
Ahí te encuentro, en el rincón más azul de mis sueños.
Danzas, tú, muerte rosa, removiendo el mar de mi alma.
Quiero seguirte, agarrar tu cuello de nubes, sentir la caricia serena de tus plumas como un beso teñido de estrellas nacientes.
Con tu vuelo esmeralda me traes el aroma de los cipreses celestes, y las caracolas cristalinas de mi alma tintinean, tintinean... Quiero nadar contigo: ¡Oh sí, llévame!
Eres un arpegio de lotos brotando del agua, cisne inmortal...
Contigo canta la suave pureza de la calma y el amor asombroso gira en las ondas de colores diluyendo todo el dolor de la vida...
Nadas en mi lago inmaculado entre montañas, por el que miro a Dios.
Eres un recuerdo que silba remoto, la belleza nadando entre mis lágrimas...
Pero al despertar desapareces, dejando en mi confusa mente estas palabras:

"Ahora no, pequeña. No es tu momento."
 
***

Para Inocencia, cuyo momento de gloria ya llegó.

*

Prosa poética y fotografía: Maite Sánchez Romero (Volarela)

Idilio imposible (breve cuento fantástico de amor)

 https://www.pinterest.es/pin/294915475601041235/

Hada del bosque


 

IDILIO IMPOSIBLE

 

 Se giró. Oliverio estaba allí, recogiendo setas.
 Pero no la veía.
 El árbol también se giró, e hizo ademán de seguirla, pero ella le dijo que guardara su silencio acostumbrado.
 Silbó en azul intenso, intentando imitar el cielo de aquella mañana.   Oliverio se detuvo un instante y cerró los ojos, mientras escuchaba el repentino canto de un pájaro maravilloso.
 Ella dejó escapar un suspiro al mirar sus brazos.
 Él notó una mariposa posarse en su piel.
 Un gamo de ojos de lumbre apareció entre las sombras y le miró  fijamente. Él intentó acariciarlo, pero huyó. Ella arregló sus cabellos tras la huida. Y guardó en sus pupilas de ámbar la mirada de él, tierna como el musgo que recibe el rocío.
 Oliverio tanteó una gran seta bajo un arbusto. Le pareció que tenía el tacto de un seno de mujer. Entonces gimieron las ramas sobre su cabeza, como si un ejército de alborotadas ardillas saltaran sobre ellas.
 Ella colocó su mano debajo de la de él. Él sintió su bastón blando como una flor de agua.
 Cada vez más estremecido, se acercó al río, en cuya corriente se deslizaba una púrpura hoja desprendida del otoño. La frenó entre sus dedos, y un prolongado beso recorrió todo su cuerpo.
 Se sintió dulcemente enamorado. Extraño; enamorado... ¿del viento?   Pero debía volver antes de la caída del sol.
 Se sintió más viva que nunca; arrebatada; apasionada por un mortal.  Pero debía volver. Y lo sabía. Debía.
 Oliverio acudió al día siguiente. Y al otro. Y al otro. Mas el bosque callaba. Lánguidamente, retrocedía sobre sus pasos, pensando que todo había sido un sueño.

 Mientras, a lo largo de un tronco de secuoya una larga lágrima se deslizaba.

***

Maite Sánchez Romero (Volarela)

Somos. Poesía espiritual. "Estas flores son para ti".

 Imagen: D Gómez Hoyos en Flirk: https://www.pinterest.es/pin/294915475601041235/


 

 

 SOMOS

Somos tercos como la ola. Somos vida, paz y muerte.
Somos andrajos de espuma sobre la roca.
Medusas de plata
a la deriva...
Dolor. Entrega.
Impaciencia de rayos que chocan...
o la calma tersa de los prados.

Giran sublimes nuestros cantos de fuego.
Somos libélulas creando cielos.

Y Tú lo sabes...
Te lo estoy contando como una niña de pies rosados.

Porque habitas en nosotros.
Y por nuestros poros rezuma tu amor
como resina de auroras.

 

***

Poema: Maite Sánchez Romero (Volarela). 

De mi libro gratuito " Estas flores son para ti"

 

 

 

 

LAS LLAMAS AZULES
 
 
 Aquella noche miró el cielo sin estrellas, cubierto
por una tenue y lechosa neblina que pendía como una cortina ajada a merced del viento. Su tienda de campaña le protegía de la inmensidad sin voz ni ojos de la naturaleza, que sin embargo parecía observarle y hablarle con labios fríos y mirada salvaje.
 
 Estaba solo. Palpaba la presencia estática del bosque a su alrededor, los pequeños crujidos de algún ratón de campo buscando comida, el lánguido gemido de una cría de cárabo escondida entre las ramas. Su mente comenzó a imaginar la luna oculta por las nubes, como un desolado cuerpo vacío lleno de cicatrices que rejuvenece en toda su mágica divinidad cuando el
sol la mira de frente. Todo era poesía si se miraba con candor. A  todo podía dotar de sentimientos. Los
sentimientos que un ser humano va derrochando al pasar, porque sólo era eso: un sencillo hombre hecho de huesos y experiencias, de sangre y risas, de carne y llanto.
 
 Abrió el paquete de queso y se calentó un vaso de
leche. El suave siseo del gas azul le trajo a la memoria las palabras de su hija pequeña una tarde de invierno, cuando aún vivía, antes de su fatídico accidente: “Papá, las llamas… ¿las llamas respiran?”
“Sí, hija. Todo está vivo, por eso el fuego respira, y quema, y duele si lo tocas."
 Y él lo tocó. Tocó y se hundió en el brillante fuego del amor y de la vida; y ahora le dolía la quemadura bajo el rasguido agudo de las nubes errantes.
 
 Estaba desamparado ante la fuerza de sus propios
sentimientos, y, como una hoja en la corriente fragorosa, se sentía arrastrar, inerme, hacia un mar profundo de recuerdos azules.
 
 Cerró el hornillo y se preparó el café. Los sonidos
de la bolsa de cubiertos o de su cuchillo cortando el pan, ponían de manifiesto su gran soledad. Un grillo comenzó a grabar en la tablilla de la noche sus tímidos
puntos suspensivos. Miró de nuevo al cielo. Una lejana estrella se abría paso entre el vaporoso velo de nubes.   
 
Era una casi imperceptible estrella que, antes de borrarse del todo, dejó caer en la inmensidad nubosa  un rastro luminoso de palabras:
“Papá ¿las llamas respiran?”
 

***

La almohada (Relato breve) Misterio

 Imagen: https://www.etsy.com/es/shop/AnitaInverarity?ref=nla_listing_details


 

LA ALMOHADA

 

No era normal. Yo lo veía extrañísimo. Un bulto blanco en mitad de la carretera.
Paré, bajé de mi moto y comprobé que era una almohada. La coloqué en el arcén. Pero al tocarla mi mano se hizo blanda y ligera, como de plumas. Era muy extraño. Después apareció en mis dedos una gota de agua, y tuve la absurda y angustiosa sensación de que se trataba de una lágrima. Me agaché, a pesar de mi espanto, y observé la almohada. Estaba sucia y rota.  

  Había sido humillada por las ruedas de los coches. Pero percibí una hondonada pequeña en el centro, como si hubiera quedado grabada para siempre la huella de la cabeza de su propietario. Al poco tiempo, oí claramente el sonido de un llanto. 

Me estremecí. Quise irme de allí, pero algo me retenía. Comencé a percibir un intenso olor a velas, vívidos lamentos, repetitivos rezos... Por unos instantes, mi mente quedó atrapada en aquella densa tristeza. Miré a mi alrededor. Una brisa muy suave movía los árboles. Y anochecía. Respetuosamente y muy despacio, llevé la almohada a un lugar oculto entre los pinos. Me arrodillé. No sé por qué. Entonces un extraño pájaro comenzó su canto. Luego, otro le respondió. En muy poco tiempo todo el bosque resonaba con sus cantos.

  Eran trinos desconocidos, con un tono tan agudo, sublime y melodioso como jamás hubiera imaginado. Sentí una enorme sensación de bienestar recorrer mi cuerpo; como si un arco iris tuviera dedos y los pusiera como una madre sobre mis ojos. Casi tuve el impulso de dormirme allí mismo, como abrazada por la vida, en ese estado de perfecto y blando recogimiento. Pero me levanté a la fuerza y dirigí mis pasos hacia mi moto para seguir mi viaje.
Para mi sorpresa vi, sobre el sillín, un niño pequeño que me contemplaba con los ojos muy abiertos, intensamente azules como dos lirios.
  Comenzó a sonreírme con la belleza de las nubes aterciopeladas del atardecer.    Comprendí que era el propietario de la almohada. En un instante fugaz vi cómo ascendía envuelto en un manto púrpura para perderse en los secretos aires del infinito.

***

Texto: Maite Sánchez Romero (Volarela)

Imagen:  AnitaInventary. Etsy.com

Un instante...

 Imagen: https://www.etsy.com/es/listing/150406615/midnight-horse-impresion-de-obras-de



INSTANTE

 

Sólo un instante y... en el abismo de soles de tu ser nace un prado de absoluta quietud donde los pájaros rodean tus manos... moviendo el viento con sus alas, creando remolinos de paz a tu alrededor.

Miras esas plumas, y en ellas... el tiempo. Y toda tu vida se despliega...
Y la acaricias... como a un caballo que pastara y de pronto te mirara...
con todas las estrellas en sus ojos.

 

* Volarela

Javier. Relato breve. Sobre un amor de verano.

 

 

 

JAVIER

 

  Sólo pensaba en él. En sus penetrantes ojos castaños, mirándome, como dos briosos caballos. Y deseaba encontrarme esa mirada una y otra vez. Atraparla en mi interior, gozarla a solas.


  Cuando salíamos, papá, mamá y yo del edificio donde nos alquilaron el piso de alquiler, él ya estaba escondido detrás del mostrador. Tendría unos 9 años, dos menos que yo, pero parecía mayor. La portera, su madre, nos lo dijo. También nos dijo que era un niño muy raro y difícil de clasificar. Pero yo no la creí, por supuesto, porque intuía en él una superioridad que otros no podían captar. Sus ojos eran atentos, inteligentes, y dejaban traslucir una pasión asombrosa para su edad. Nunca dijo nada. Sólo me miraba como si me reconociera, como si me amara profundamente, desde hacía siglos.


  Mi baño de sol, de mar, de nubes, estaba rodeado de su mirada, que yo presentía como una caricia protectora, amiga, fiel. Para mí ese era un sentimiento completamente nuevo; me maravillaba sentirlo a la vez que notaba una burbujeante y plácida confusión dentro de mí. Lo mantuve en secreto, pero creo que él sabía de mi amor, también callado; y más de una vez sonrió tenuemente desde uno de los pasillos del edificio, al verme llegar. Deseé hablar con él, acercarme, pero no era fácil. Mis padres no permitían que bajase a jugar al jardín, por lo que no pude encontrar el modo de dirigirle más que un saludo.


  Jamás falló a una cita. Cada vez que yo salía o volvía con mis padres, él estaba cerca, disimulando, cruzándose, o incluso siguiéndome a distancia hasta que nos perdíamos en la playa. Yo volví a mi rostro, y entre el gentío, le veía, con su rostro serio, hermoso, muy fijo en el mío, manteniendo un mudo diálogo tan natural como el que tienen el mar y el cielo.

  Tras quince días de encuentros esporádicos yo ya estaba completamente enamorada. Los dos necesitábamos un encuentro, una palabra, algo más que aquella dulce complicidad o que aquella insufrible atracción.

  El último día de aquel verano me dijo su nombre: Javier.
Javier, en un arrebato de audacia, detuvo a mis padres, me detuvo a mí y metió un papel en mi bolsillo. Después echó a correr, creo que con los ojos mojados por la misma agua que ha empapado mis días de melancolía.
Mis padres se rieron con algo de ternura y enseguida se olvidaron.
El papel fue nuestro secreto; nunca confesé su contenido. En él estaba escrito su nombre y una única frase: “Vuelve”.

  Pero nunca más volví. A mis padres no les gustaba repetir el lugar de vacaciones, y mis ruegos fueron siempre inútiles. Fue un amor abortado. Ese verano es la única luz que guardo en mi memoria de lo bella que puede llegar a ser la vida. Hice averiguaciones en mi juventud y posteriormente, pero aquella familia dejó el lugar y nadie supo decirme dónde fueron.

  Javier, un nombre que no logro diluir en las aguas del pasado, y que viene una y otra vez a mí como una luciérnaga herida.

 

***

Relato: Maite Sánchez Romero (Volarela)

Pintura: Sorolla

Nocturnos. Pinceladas poéticas en la noche. Prosa poética de "La naturaleza en el corazón"

 

 

 

PALMERAS

 

La brisa musical se ha enredado en las palmeras.
Se mueven las hojas:
abanicos calmos sobre nuestras cabezas.
Y un grillo está dejando
puntos suspensivos en el cielo...

 

 

FUGAZ

Una estrella fugaz ha caído en la pupila
de un viejo ciervo desvelado.

 

 

GORRIONES

Respiramos el silencio... 
Pero ahora se rompe; se rasga en colores: 
una bandada de gorriones pasa piando toda la fiebre roja de la tarde.

 

 

RAYO

Un rayo 
quiebra el ojo tibio de la noche:
Abrimos los brazos...

 

 

 

OLAS

Las olas vierten recuerdos en la arena: 
Una caracola vacía, pedazos de un barco,
el grito de un alga.

 

 

GALÁN DE NOCHE

Al pasar,
el aroma del galán de noche
ha dejado en mi cuello
su collar de nostalgias.

 

 

 

ESTA NOCHE

Esta noche quiero ser sencilla:

Retozar en esta arena tibia y estrellada,
escuchar las palabras que los niños dejaron
en la espuma del mar...,
ser como el velero que flota sosegado,
dejar mis huellas en la arena, como las palomas,
en silencio.

***


"La naturaleza en el corazón" Maite Sánchez Romero

Fotos: Google Imágenes

 


Rosas en la ceniza. Relato breve sobre un perro intrépido

 

                                                Pintura de Eulogio Díaz del Corral
 

 

ROSAS EN LA CENIZA

 

  Yo nunca le llamo mi amo. Le digo, mi compañero.
Como perro anciano que soy, he vivido mucho, y he sentido más, sobre todo afecto por mi leal compañero. Puedo decir que he sido feliz y no he conocido la dureza de la vida y el sufrimiento extremo hasta aquellos días de noviembre en que el furor de una bestia desconocida se desató sobre nosotros.

  Yo estaba soñando en mi acogedora cama, en unos de esos sueños profundos que no permiten oír absolutamente nada del exterior, cuando dentro de mi propio sueño sentí un fuertísimo golpe y desperté oyendo a mi lado unos gritos atroces. El espanto al incorporarme fue brutal, como un mazazo de la vida inesperado, ciego, sin piedad.    No quedaba nada de mi casa. El terremoto había aplastado hasta el último resquicio de racionalidad. Todo estaba roto, despedazado, derrumbado, aniquilado. Había en el cielo una inmensa nube de color café que acaparaba toda la atmosfera e impedía respirar. Creo que era nuestra descomunal angustia, que flotaba dolorosamente sobre nosotros mismos. Pero tras las cuchilladas del impacto y el desconcierto, mi siguiente pensamiento fue él, mi entrañable compañero. Recordaba que antes de dormirme había salido a la calle. No había tal calle ya… sólo el caos mordiendo mis patas. Pero el cometido de mi vida era encontrar a mi amigo. Conocía de memoria, no sólo el olor de cada parte de su cuerpo de once años, sino también el ritmo y sonido exacto de los latidos de su corazón. Cuando era un bebé, él me buscaba y se abrazaba a mí, asombrando a todos ese lazo único que nos unía. Eché a correr con mis latidos ansiosos en su búsqueda, atravesando los vidrios de la muerte en el desangrado páramo de la desesperación:  lamentos, heridos, agonías, gritos, destrucción...  o el mismo  infierno abriéndose como una inmensa llaga sobre aquel desvalido rincón del mundo.

  Una persona, loca de rabia, me dio una patada justo en la herida de mi pata trasera izquierda, provocada por la estantería que cayó sobre mí. Por ello cojeaba aún más, convirtiéndose en un suplicio avanzar con tanto dolor. Pero algo en mí me daba fuerzas para seguir. Sentía débilmente las pulsaciones de mi compañero en mi interior. Comprendía que no podía estar lejos. Vi un grupo de perros de salvamento trabajando con una pasión desenfrenada. Vi muchas personas ayudando a otras personas. Vi que la compasión, como una nube ligerísima de color naranja, penetraba suavemente el espacio de la nube negra de la angustia. Sobre toda aquella escena de devastación vi mezclarse, en un torbellino de colores que ascendían, el amor al dolor, el miedo a la esperanza, la vida a la muerte. Y un extraño olor a rosas se interponia entre el olor de las lágrimas y el de la desolación.

  Bajo un enorme montón de escombros estaba él. Lo había encontrado. Las pulsaciones aumentaban de volumen según me acercaba. Ya no podía contener la emoción, por lo que al llegar, gemí y gemí con todas mis fuerzas sobre aquel montón de ruinas. Repetí mi súplica durante horas, hasta que se acercó un perro de salvamento. Con una fuerza y resolución propia de un dios, apartó maderos y ladrillos. Entonces llegaron los hombres y sacaron a mi compañero. Estaba inconsciente, pero vivo. En un momento dado del rescate, cuando lo estaban colocando en una camilla, noté que mi corazón latía con más fuerza que nunca, alegre, henchido de gloria, potente, luminoso, como si no fuera mi propio latido, sino el de él sobre el mío... Y es que él se estaba despertando, y desde la camilla comenzó a mirarme con una mirada de amor y agradecimiento infinito, capaz de sembrar rosas en la ceniza.

...

(Volarela)

Estas flores son para ti. Poemas a Dios. Poesía espiritual de Volarela. Libro en pdf. Gratis.

 


 
 

Ya está disponible mi nuevo libro "Estas flores son para ti".
Son poemas íntimos y líricos dirigidos a Dios. Se le llama poesía mística a este tipo de poesía, pero yo prefiero llamarla poesía espiritual. Esta vez lo he ilustrado con fotografías de flores y elementos naturales.

El libro es gratuito en formato pdf y se puede descargar pulsando en la imagen del libro que hay a la derecha de este blog.

¡Que lo disfruten!

 

ME ENTREGO

 
 
En algún sitio he dejado todas mis puertas rotas.
 
Despacio,
he tirado espejos pintados, 
vestidos sin vida, 
ahogos de seda, troncos muertos.
 
Despacio,
he caminado hacia ti,
sólo hacia ti, 
por entre los pinos del silencio...
 
Sentada ante ti,
escuchando el devenir de las ramas,
el cristalino arrullo del sol entre las nubes...
Cierro los ojos como un tallo de luz...
Y me entrego.
 

***

Dos en la tarde, prosa poética (relato breve). Estampa poética


 


DOS EN LA TARDE

 

  Allí el viejo. Mira sus manos manchadas con la flor del azafrán. Sus arrugas toman un tono anaranjado: y vislumbra el amanecer en su carne. 

 Allí el niño. Corre entre las espigas; y ellas celebran que sea el potro de la inocencia el que de vuelo a sus semillas. 

 Arrecia el viento y al niño se le cae la sonrisa viva como una pluma rosada entre las flores. El viejo, que bajo un algarrobo lo contempla, deja salir una lágrima honda como la que exuda un pino que ha vivido mucho.  El niño tiene tierra en las rodillas y una catedral de polen en el pelo... Sigue con ojillos cascabeleros a una ardilla, que trepa por un tronco con ardor de nube incendiada. 

 El niño tira del pantalón del abuelo. Lo conduce por el río alborotado de su ilusión. Ambos caminan salpicados por la luz, delicada como una orquídea. Y todo se detiene un instante; y hasta el romero contiene su respiración violeta. Se trata de aquella mano arrugada y grande de roble, envolviendo a la otra, pequeña y dócil como las mariquitas. El campo extiende su llanura alrededor de los cuerpos. Puntos de flores y un aire silente los recoge en su cálida respiración sin tiempo. 

 En el suelo hay un nido. Está vacío y emana un aroma vivo de ausencias. El niño lo coge, y mirando al anciano le pregunta dónde están los pájaros que vivieron ahí. Movido por la brisa, un solitario plumón sale del nido y queda flotando en el aire remarcando la quietud blanca de la vida. Cae... 

 El viejo le acaricia el cabello y le señala los trinos que comienzan a escucharse como arpas nuevas en la lejanía bañada del atardecer. Las sombras trazan un arpegio de ternura bajo sus pies.

 

 

 

Prosa poética: Maite Sánchez Romero (Volarela)

Pintura: Claude Monet

LIBROS


 


Mis libros en papel y kindle:    https://www.amazon.com/author/maitesnchez                                    


                                                                De pequeña crecí rodeada de libros. De modo ingenuo, simple, los abría, los olía, los amontonaba a mi alrededor... y sin comprenderlos, quería vivirlos, hacerlos míos, extraerles sus secretos montañosos... El destino quiso que dedicara buena parte de mi vida a venderlos; a pasarlos de mi mano a la otra mano, también ávida por recorrer sus páginas. Seguía oliéndolos, esta vez con aroma a viejo, a letargo de chimenea, café y sueños correteando por las hojas manchadas... Amarillentos y bellos, circularon por mi vida como hojas de otoño, que nunca cayeron al suelo porque se quedaron a vivir en mi alma. Ahora siguen a mi alrededor, con letras de tinta digital; muchos, maravillosos, muchos, muchos... Abundantes hasta el colapso de mi emoción... Y los barajo y los ordeno, con devoción de novicia, porque son la letra de una sagrada canción que nunca acaba...
Y también yo trato de crear alguno, embriagado de ilusión, ansioso por besar la efímera belleza; pequeño y locuaz... como yo.


**


"Allí los cisnes
guardan el sol de los sueños
entre azules de beso y llama."

Mª Jesús Muñoz


LIBROS


Un corazón
palpita
en el papel.


Un rostro
anónimo,
de labios de tinta,
de cabellera brumosa,
hablándote...
en las orillas de lo imposible.

Tu alma panza arriba,
bajo el cielo estrellado
de las páginas abiertas.

Tu cuerpo hechizado,
sobre un mar que no se mueve,
pero te engulle...


Mundos
líricos,
extraños,
fabulosos,
sabios,
profundos,
nuevos,
excitantes...
vienen a acostarse
en el lecho de tu mente,
vienen a besar tus recónditos rincones,
a enraizar en tus nervios,
a crecer en tu espesura,
a trepar por el asombro gigante
de tu alma.
Y cualquier día
dan su fruto
por tu boca.


Libros...
amarillentos,
bellos,
melancólicos,
níveos,
extasiados,
ilustrados,
parcos,
locos,
charlatanes,
rientes,
acicalados,
oscuros,
livianos,
profundos,
resplandecientes,
eternos...


Siempre, siempre... Ellos,
entre el olvido y la resurrección,
aguardando
esa mano virginal...
que los libere.



****

Poema: Maite Sánchez Romero (Volarela)
Imagen: https://www.pinterest.es/pin/452119250064095853/

Ser Simple. Ser sencillo y elemental. Poesía.








SIMPLE



"Sé tan simple como puedas ser;
te sorprenderá ver lo poco complicada y feliz que tu vida puede ser" 

Yogananda


Quisiera que me miraras y vieras al fresco mar
meciéndote
a través de mis ojos.

Quisiera ser simple como una flor en la mano de un niño.

Ser una más entre los rectos troncos,
simple...
como una mano tendida,
como el maullido de un gato,
como una huella en la nieve.

Aprender a ser...
callada y esperanzada
como un huevo en su nido.

Quisiera ser tan elemental como un abrazo,
tan verdadera como las piedras,
sin arrugas en el alma, lisa
como el horizonte.

Ser, tan sólo ser...
hasta que todos vean transparentarse mi alma
y contemplen a través de mí
la exquisita danza de la luz.


***

Imagen digital y poema: Maite Sánchez Romero

Vivaldi piano.adagio

 

Reencuentro. Poema de amor tras la separación de la guerra.





Pintura de Josefina Chiappe:
http://chiappejosefina.blogspot.com/2009/11/abrazo-azulado.html




EL REENCUENTRO


Era un tren de acero en el que viajaba un recuerdo con sonrisa de pájaro.
Una mejilla pegada al cristal del futuro,
una lágrima desgajando el mar...

Era un soldado recién liberado.
Era una novia con una flor muerta en el bolsillo
y una falda
todavía oliendo a hierba
y a manos tiernas buscándose en el imparable atardecer.


Eran dos almas descosidas por la guerra.
Un tren de vuelta.
Una foto arrugada por los besos.
Un revuelo de periquitos en la tripa.

Era un humo de rosas acercándose...

Y un bufido del hierro satisfecho,
una gran mancha de alegría en el andén,
y muchos brazos
hambrientos...

Y allí él, la gorra apretada.
Y allá ella: su emoción talla una rosa
en el mármol del instante.

Érase un sol que se marchaba por Poniente
cegado ante dos frágiles
humanos abrazados.



***

 Poesía de Maite Sánchez Romero (Volarela, 2012)

Gardenia o jazmin del Cabo. Un poema a una flor maravillosa

https://www.pinterest.es/pin/861313497475640322/




FLORECE UNA GARDENIA




Entre sombras la exquisita llama
de una luz
se desprende.
Encarnan en ella
estrellas de bondad
que soplan su fragancia cósmica.

Tiene pétalos de cera tierna y confiada
como los dedos de un infante;
y un aroma de tarde enamorada
sube por su tallo.

Espirales de inocencia se acercan
a escuchar su música de flautas,
y un recuerdo vaga entre sus pétalos,
con rumor a ríos
que se amaron...

La flor emana, dormida, su perfume,
y se vuelven las nubes garzas blancas...
Alguien la roza, repica una campana,
despiertan sus hojas barnizadas.

Se mueve, sin brisa...
tiembla sola y pura
en su naciente baile cristalino.


*

Maite Sánchez Romero (Volarela)

Y la palabra fuiste tú. Poema en prosa de amor

Rogier van der Weyden



 
Y LA PALABRA FUISTE TÚ




Existe un día en que la palabra fuiste tú.
El mundo entero desembocó en tus ojos; 
se derramó en tus labios,
y de ellos bebí la esencia de las cosas.

Existe un día en que mi palabra se alojó en tu pecho,
y se incendió.
Tu sola presencia era un astro completo, absoluto, inabarcable, profundo...
absorbiendo cada letra de mi vida.

Existirá un día en que desaparecerán todas las palabras
y el silencio tomará la sublime forma de nuestro abrazo.






***


Maite Sánchez Romero- Volarela

Soy tu lágrima subterránea. Un poema en prosa de amor.

Nicoletta Tomas




SOY TU LÁGRIMA SUBTERRÁNEA


Mis lágrimas son de lluvia. Saben a tierra,
huelen a nubes;
son frescas como el loto empapado.
Te aman. Te buscan...

Una polilla prendida a la luna, prendida...
Un meteoro fundido en el mar
fundido...

Tu pecho está abierto con la roja ternura de un volcán que se contiene y se mece al ver llegar las negras estrellas de mis labios.

Y tu ansia explota como un pájaro que de pronto, en pleno vuelo, quedara ciego de amor...
y ciegamente me buscas bajo la tierra espesa de mi pelo;
y tus manos enceguecidas tocan las amapolas tintineantes de mis labios,
y tu piel ciega intuye el tacto de mi piel en la soledad de la arena.

Llámame siempre, amor. Soy tu lágrima subterránea, tu capullo de luz infinita.
Mi corazón reposa en el tuyo como la gota de lluvia que alcanza la tierra.
Tu vida duerme en mi frente, cantando sin descanso la armonía del mar.

Una polilla prendida a la luna, prendida...
Un meteoro fundido en el mar
fundido...

***

Maite Sánchez Romero (Volarela)

La esperanza y el dulce olvido de la luz. Poema


https://ar.pinterest.com/pin/399342691953083460/




Sobre las llamas, escucho el crujido de millones de adioses
c h is p o r r o t e a n t e s.

Y en el aire, el poema de un pájaro se parte entre los cristales de la lluvia...

Salgo a tender mis recuerdos
en la púa de una rosa
mientras los almendros me soplan
su infantil canto de amaneceres.

Me arrodillo.
La luz se ha dejado olvidado entre la hierba
un caracol de oro:
trepa por mi dedo como un tirabuzón húmedo...

Y la esperanza baila entre sus cuernecillos,
b a i l a...

*

Volarela- Maite Sánchez Romero

Un ciprés y unos hombros callados

Un ciprés callado,
unos hombros callados.
La tierra callada.
Susurra el aleteo de una tórtola.
Susurra el alma que escapa
de entre la pesada tierra.

Una espalda doblada.
El llanto mojando la rosa.
El ciprés ahora huele más fuerte.
Unos hombros doblados.
Una espalda callada.
Una campana pausada...
Bronce húmedo. Lluvia.
Una mano de humo sobre la espalda.
Revolotea la tortola
y se pierde en la distancia.

*

Las manzanas. Un poema recitado sobre la dulce alegría de la infancia.


Cazadora de risasa (en homenaje a Gloria Fuertes)




"¡Bienvenida sea la risa que deja alegría por donde pisa!"

Gloria Fuertes



CAZADORA DE RISAS





¿Quién dice que no ríen los ojos de los peces?


Río la dicha de la vida,
río la ilusión del barco
derramándose en su estela.


La risa se me pierde por la puerta
abierta
de
mar
en mar.
Se hace cazadora
de otras risas,
enredadera rosa
de la brisa.

Salta,
como rana,
tras las risas del jazmín.
¡Saca una chistera
de un conejo
y huele a verde perejil!


Colecciono risas en el cielo de mi cuarto,
y a veces se me cuela una en el zapato...
y ando coja, coja, coja,
riéndome como una loca.


Esta risa mía,
incontrolable...
se detiene en el marco

                             de una mirada abierta...:

rasguea la lira negra de sus pupilas,

atraviesa sus aguas boscosas,

y espumea con ella en carcajadas naranjas...


¿Quién dice
que no ríen burbujas los ojos de los ríos?

 

*


Volarela (Maite Sánchez Romero)

*








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Este poema es para todos aquellos que gozan riendo...
Y para nuestra gran poetisa Gloria Fuertes, que supo colorear la poesía con las pinceladas mágicas de su inagotable inspiración.