Cuentos bajo la almohada: agosto 2022

Revuelos poéticos: nómada





NÓMADA 


Nómada,

con mi collar de montañas, y un coro de peces por mi sangre. 

Me llaman las mariposas con mares en sus alas. Y esa mujer que nada espera en el desierto, con su hijo muerto. Con ella estoy, porque soy el viento que roza sus párpados con la infinita ternura del silencio.

Nómada, de duna en duna: el frío, la lluvia, la sed, el agotamiento, el revuelo de las hojas en otoño... me harán levitar y dar las gracias.

Ahora caminaré un poco más, ¡oh, siempre un poco, un poco más!

Allí hay una acacia. Dejadme que me siente a su sombra a cantar la canción de todos los hombres buenos.


*


Prosa poética: Volarela

Promesa. Semana de Sindel





La espuma se agita sin tiempo sobre los acantilados; y las gaviotas celebran el frescor en sus patas amarillas. Graznan. Y cada eco alegre recorre los brazos abiertos del mar... 

Un perro se levanta para oler el sosiego de la tierra. Y roza con su cola las campanillas del silencio. 
Huele a sal, a frescura, a esperanza... y las olas, caballitos blancos, trotan por mis pies desnudos. 

Sobre las rocas, las algas dejan caer lágrimas de sol...

Un ruiseñor me mira con sus ojos brillantes, oculto en un matorral. Coloca su voz en mi voz y canta muy dentro de mí. 
Me está atravesando con su luz de diamantes. Y me hace prometer algo...  

"Que nunca le olvide, ni siquiera en las noches que ahogan la voz".


                                                               ***

Texto poético y fotografía: Volarela
Otros tipos de Promesas en el blog de Sindel

Revuelos poéticos: Camino





"Creo que he sido llevado por vosotros, vientos"
Walt Whitman



Un camino abierto, ancho, generoso como Dios, para mis pies blancos, de miga tierna, ingenuamente osados.
Ahora, sin zapatos, te recorreré, camino inmenso, de estrellas ignotas, de promesas, de vida nueva, saciadora.

Dejaré mi alma en cada piedra, en cada flor, en cada curva, atrás y adelante, arriba hasta caer, abajo hasta flotar. 
Y en cada mar bravo, en cada nube solemne, en cada rostro sonriente, en cada sol sin prisas, en cada gota de lluvia aventurera, 
en cada ojo con legañas, 
en cada mano encallecida, 
en cada vientre cansado, 
en cada tallo voluntarioso, 
en cada letra que anhela, 
en cada pierna que progresa, 
en cada rama arrancada, 
en cada latido de oruga, 
en cada beso, 
en cada salto, 
en cada grito, 
en cada pluma desprendida... 
dejaré mi alma.

Camino... Te seguiré con un macizo de flores entre mis brazos, con mi pelo de corcel, valientemente suelto,
y el corazón me irá creciendo hasta salirse de su cueva, porque confío... 
Sí, es confianza esta alegría inmensa que me das, camino de cien mil caminos blancos.
Y con silenciosos brincos de gacela, moviendo mi cola de leona enamorada, apasionadamente viva, te seguiré. 
Porque tú lo sabes, y por ello me amas: eres mi destino.




Camino, Chango Spasiuk




Texto y dibujos: Volarela, 2012

La valla (Historias de la guerra II).





LA VALLA


  La vieja estación se alzaba todavía, destartalada, sin vida, en mitad de la llanura. Las vías oxidadas señalaban un camino a ninguna parte. Pero en esas vías aun podía yo ver el trazado de mi vida juvenil. 

El viento, que rozaba mi rostro y ondulaba la grama, seguía en mi mente haciendo sonar el viejo cartel de la estación; lanzaba las lágrimas de aquellas mujeres que despedían a sus parejas. Y yo, sólido, con mis manos en los bolsillos, lo sentía retarme, zarandeándome por la espalda. Pero no me inmutaba; paralizado por mi sentimiento interior, contemplaba alejarse la caja metálica, portando vidas hacia un gran interrogante de sangre.

  Ese tren no se repetirá, pensaba. Habrá miles de trenes, pero el suyo no volverá jamás. Vi partir a mi amigo, mi orgulloso y querido amigo, a lo que él consideraba un sagrado deber: la guerra, la lucha, los ideales. Yo, casi arrastrado por su pasión y mi idolatría hacia él, quise seguirlo, pero no me lo permitieron, pues era demasiado joven. Él me lo enseñó todo acerca de la vida, fue hermano y padre. Me hice hombre gracias a su compañía (¡noble, valiente, hasta desafiante y temerario!) También me ilustró acerca de las mujeres, y mi novia me ama más (lo sé) gracias a él.

  Algo absolutamente suyo era la tozudez extrema. Su padre le dio una paliza brutal cuando supo que quería alistarse como voluntario; lo apisonó física, moralmente. Sin embargo, maltrecho, humillado pero libre, escapó. Lo hizo en secreto, con mi ayuda. Yo mismo lo despedí... ese día en que el viento me zarandeaba.

  Desde pequeños fuimos amigos inseparables. En el pueblo nos apodaban “los ratones” porque nos metíamos por todas partes, fisgoneando, explorando cualquier posibilidad de aventura o diversión. Yo le daba las ideas y él ponía la osadía. Juntos conquistamos una parcela de campo virgen, ¡y en ese mundo éramos los reyes absolutos desde una encina!

  Sobre estas vías melancólicas que yo ahora contemplo, desleídas, sometidas al capricho de las hierbas, sin el poder de conducir ya nada... excepto mis recuerdos... Allí mismo, los dos nos tumbábamos, y, siguiendo la levedad provocativa de las nubes, imaginábamos los caminos que podrían tomar nuestras vidas. Y una vez gritamos los dos juntos, desafiando al tren, que llegaba desgañitándose, y aullábamos como cachorros... antes de apartarnos veloces, con la adrenalina en la punto de los cabellos.

  Yo no tengo rumbo… compañero, ¿y tú?

  El aire ahora es tórrido. La vía no se aleja, sino que entra dentro de mí, me atraviesa como esta brisa: ¿me apuñala? Me viene a recordar el sueño que tuve la noche del 23 de agosto. Y entonces no puedo evitar humedecer un poco esta tierra seca. Me arrodillo; me sobrecoge la sensación tan vívida de aquel sueño. En él, mi amigo se aleja corriendo hacia una gran valla. Yo lo veo trepar por ella con toda agilidad. Deseo seguirle y subirla, pero es imposible para mí, es demasiado alta; me caigo continuamente en el intento. Tozudamente, insisto en alcanzar la valla, pero él, desde lo alto, me mira con tristeza profunda y me dice:

  -No, no insistas. Tú no puedes venir.

   Y así termina el sueño. Desperté temblando, sudoroso y con una sensación punzante en el pecho. No entendía el significado, pero dos días más tarde lo descubrí.  Alguien me dijo que mi amigo había muerto a tiros en la Batalla del Ebro, justo la noche en que yo lo veía saltar la valla.


***

Otra oportunidad (Historias de la guerra I)




                     ( 2º texto añadido a la propueta de Mónica)


OTRA OPORTUNIDAD 


Hasta entonces yo tenía una vida simple, incluso feliz. Jamás había pensado en la muerte, ni en el horror, por supuesto. Pero allí me encontré, de bruces, sacado (raptado) de mi casa y echado al lugar más oscuro y deprimente que mi ánimo hubiera imaginado: una checa*. Allí estábamos amenazados diariamente por la tortura o la muerte, unas cuarenta personas, hacinados como cerdos, despreciados hasta lo indecible por ser simplemente sospechosos... de lo que sea, de nada. En mi caso, soy un relojero que cumplía dominicalmente con sus obligaciones religiosas. 

Mi ánimo agonizante sobrevivía hundido, completamente aplastado. Miraba sin apenas fuerza a los compañeros discutir por un miserable plato de arroz frío e insípido. Llevábamos diez días y los estómagos maltratados estaban muy furiosos. Entonces llegó uno de ellos, uno de los fuertes, los que tenían derecho sobre nuestra vida. Abrió bruscamente la puerta y nos dijo que se iba a matar a uno de nosotros en represalia por el hombre que se había fugado hacía poco. Sacó un papel de su bolsillo y dijo, con violenta fuerza en la voz, casi con ira negra:

-Aquí os tengo a todos. El que nombre ahora, se pondrá de pie y vendrá conmigo para su ejecución -Y se quedó en silencio, mirando el papel, dudando a quién elegir y estirando el tiempo sin ninguna prisa para torturarnos. De vez en cuando miraba a la masa acongojada, que a su vez tenía sus ojos clavados en aquellas pupilas capaces de sajar una vida. 

Mi corazón, antes sumido en un hoyo de alquitrán líquido, ahora despertaba brutalmente. Comenzó a latir desbocado, con una rapidez incontrolable. Por todo mi cuerpo galopaba la primitiva ansiedad animal de ser cazado, que aumentaba a límites de locura ante la imposibilidad de huida. Retumbaba salvaje en mi pecho este corazón; lo oía nítidamente. Y no me preguntéis cómo, pero podía escuchar (o quizá sentir) el de todos los presentes: cuarenta corazones latiendo alocados en el puro miedo que fermentaba en aquel silencio.

Temblé, sudé sangre por las palmas de mis manos. Mi mente aprisionada buscaba escapar, dejar de rebotar en aquel tormento... Pero entonces golpeó la mezquina voz el aire y llegó aguda como un balazo a mis oídos: 

-Lucas Santos.

Mi nombre... Había un eco retorcido, maléfico, en esa zeta final, alargada a propósito más de lo normal. La letra viajaba, buscaba su diana entre la multitud. Me buscaba. 

Las cabezas de la gente se volvían a un lado y a otro, esperando que saliera el elegido y así terminar de una vez con aquella monstruosa tragedia. Yo sentía un mareo tan grande que pensé que iba a perder la conciencia allí mismo. Aun así, intenté recopilar todas las fuerzas posibles de mi descompuesto cuerpo para levantarme. Sin embargo, algo paralizaba mi voluntad; estaba clavado literalmente a la silla, aún no sé por qué. Volví a intentarlo, tratando de asumir de una vez por todas mi final, pero segundos antes de que mis piernas decidieran su primera contracción muscular, otro se levantó.

-Soy yo -Alzó la mano al decirlo. Luego salió por la puerta como un cordero sumiso dispuesto para el matadero.

Atónito, callé. Lo sé, miserablemente. No podía creer en la suerte que bendecía a uno y condenaba a otro. La probabilidad de que hubiera otra persona con mi mismo nombre y apellido en aquel lugar era prácticamente nula, y sin embargo sucedió... Un delirio del destino que me salvó la vida.

Después de tensísimos minutos, todavía impactados y en silencio, escuchamos a lo lejos un disparo seco, amortiguado por la distancia. Aquel sonido permanece nítido en mis recuerdos, horadando mi calma.

Toda mi vida he dudado de si debía haberme levantado yo también para que el verdugo eligiera a uno de nosotros... Vivo con ello. Aquel hombre no sabía el regalo que me hacía. Nunca lo supo. 

A partir de entonces todo cambió para siempre. Yo era un resucitado. Me propuse, en agradecimiento, vivir por mí y por aquel desconocido, buscando la mayor nobleza en todos mis actos.


*


(Anécdota real de la Guerra Civil Española. Esta historia demuestra que la realidad a menudo supera la ficción. Yo me he limitado a cambiar el nombre del protagonista y darle colorido literario.)

*Las checas eran cárceles privadas establecidas por las diversas organizaciones integradas en el Frente Popular, donde se detenía, interrogaba y asesinaba a las personas que consideraban desafectas. 

El cuerpo... Propuesta de Sindel

(Mi homenaje, mi fascinación por la belleza de esta obra maestra que llevamos cada día con nosotros.)   


                                                                 EL CUERPO


Amantes, dibujo de Eser Yilmazhttp://eserart.deviantart.com/




El Bao del caballo por Sorolla



Me viene a la mente ese magnífico cuadro de Sorolla en el que varios niños desnudos juegan tumbados sobre la orilla, bañados por el agua y la radiante luz mediterránea. Están modelados con suavidad infantil, por esa luz, igual de clara e inocente; son formas refulgentes como pececillos que brincaran sobre el agua; son cuerpecillos resbaladizos, imparables y rosados. Es la belleza de los cuerpos infantiles, insuflados de vitalidad, canciones y novedad redondeada. Es la belleza limpia que sólo juega, pregunta y adivina a través de los ojos de los niños.



Cuando contemplamos el cuerpo de los adolescentes, a medio camino entre la ignorante e ingenua curva y el incipiente ángulo desafiante, somos testigos de cómo se insinúa un gran plan. El dibujo todavía es dudoso e inacabado (hasta locamente desaliñado) pero el corazón que lo anima, sensible y enérgico, esconde idealismo, ansias, proyectos, abrazos al mundo incógnito... Los jóvenes adolescentes son como caballos salvajes y puros que van en manadas devorando horizontes.

El hombre en su plenitud, entre los veinte y cuarenta años, está en el mediodía de la vida.
Él es ya un mediodía inundado de sol, poderoso y a la vez con pequeñas grietas. Su cuerpo ya ha llegado al máximo posible de su propia belleza. El músculo se ha terminado. La voluntad ha cobrado forma. Los huesos se han expandido ya en su misión de sostener la perfección física. La piel ha seguido, sumisa, la línea prevista: ondulada en dinámicas curvas de mujer o tensa en los móviles ángulos de un hombre. Las líneas del rostro van reflejando el devenir del alma; el firmamento de la carne oculta infinidad de estrellas, meteoros, agujeros negros, cometas...

La vejez es la idea final, el resultado, el fruto interno que se ofrece desnudo de color pero de intenso sabor. El esplendor físico se va yendo, despacio, muy despacio, dejando paso al trazado del pensamiento, que como resumen de toda una vida, va a posarse en la mirada. Desde allí, según la ruta seguida del alma,  brillará o morirá, se fundirá en lluvia cansada o cantará una sonata serena y armónica con los rayos de su último sol.



                                                 EL CUERPO EN FOTOGRAFÍAS


fotografía de scottchurch: http://scottchurch.deviantart.com/




(Imagen tomada de Google Imágenes)




Fotografía de Shynoyama









https://www.pinterest.es/pin/255649716368546224/





Harold Feinstein




                                                  EL CUERPO EXPRESÁNDOSE









BAJO TU CLARA SOMBRA. OCTAVIO PAZ


Un cuerpo, un cuerpo solo, sólo un cuerpo
un cuerpo como día derramado
y noche devorada;
la luz de unos cabellos
que no apaciguan nunca
la sombra de mi tacto;
una garganta, un vientre que amanece
como el mar que se enciende
cuando toca la frente de la aurora;
unos tobillos, puentes del verano;
unos muslos nocturnos que se hunden
en la música verde de la tarde;
un pecho que se alza
y arrasa las espumas;
un cuello, sólo un cuello,
unas manos tan sólo,
unas palabras lentas que descienden
como arena caída en otra arena….
Esto que se me escapa,
agua y delicia obscura,
mar naciendo o muriendo;
estos labios y dientes,
estos ojos hambrientos,
me desnudan de mí
y su furiosa gracia me levanta
hasta los quietos cielos
donde vibra el instante;
la cima de los besos,
la plenitud del mundo y de sus formas.

Octavio Paz




 Maite Sánchez (Volarela)

*

Más cuerpos en dinamismo en: Palabras de Sindel

Un poema para mi blog


                                                       Cuentos bajo la almohada. Mónica

                                                       El extraño mundo de Neo. Título de blog

Hoy me he llevado una dulce sorpresa... 

Mónica, nuestra querida compañera de letras, magia, poesía y cuentos, se ha inspirado en el título de esta servidora "Cuentos bajo la almohada" para poner bajo su arte y su intuición las palabras justas que yo hubiera querido expresar para mi blog... 


Es un poema delicado, precioso.... ¡Gracias, qué lujo haberte inspirado!:





CUENTOS BAJO LA ALMOHADA



Ella llevaba sus cuentos

prendidos bajo la almohada.

 

No es que dudara del mundo

o de la gente y su mirada.

Lo hacía porque pensaba

que al tenerlos justo allí

-asidos en seda bordada-

se volvían más cercanos,

más íntimos, más expresivos,

macerados en su cama.

 

También allí los guardaba

-escritos con letras de plata-

dispuestos a ser releídos

apenas estar desvelada.

 

Suele, su Musa de estrellas

despertarla a medianoche

presta a narrar sus historias

-tan frescas como le nazcan-

para luego, las dos juntas

transcribirlas en su trama.

 

Más tarde, de nuevo dormidas

Musa y cuentista se acunan

en sábanas bien cobijadas

mientras sus letras conservan

los sueños ya revelados.


                                                                                    *







Revuelos poéticos: Gardenia

 

 Te quiero,

 sueño blanco,

mi niña poeta anclada a la tierra



FLORECE UNA GARDENIA 


Entre sombras, la exquisita llama de una luz se desprende.
Encarnan en ella estrellas de bondad que soplan su fragancia cósmica.
Tiene pétalos de cera tierna y confiada como los dedos de un infante; y un aroma de tarde enamorada le sube por el tallo.


Espirales de inocencia son las hadas  que se acercan a escuchar su música de flautas.
Un recuerdo vaga por sus los pétalos con un rumor de ríos que se amaron.


La flor emana, dormida, su perfume,  y se vuelven las nubes garzas blancas... 
Alguien la roza, repica una campana, despiertan sus hojas barnizadas.

Se mueve, con brisa o sin ella...

Tiembla sola y pura en su naciente baile cristalino.


*


Volarela, 2015