Hoy nos propone Mónica realizar un texto a partir de palabras al azar, eligiendo aquellas que nos sugieran algo.
He elegido "Ninfa en los muros", (en este caso, la palabra "ninfa" tiene el significado de insecto)
En el blog de nuestra compañera Mónica encontraréis las demás participaciones:
https://neogeminis.blogspot.com/
NINFA EN EL MURO
Desde el orificio subterráneo contempló el vuelo de un grupo de efímeras en su ritual de cortejo. Batían el aire con sólo un fin; amarse y morir. Antes habían sido ninfas engendradas en la tibieza del agua. Fueron obedeciendo las reglas de la vida y mudaron su piel una y otra vez hasta llegar a un cielo ignoto y placentero.
A Erika, lanzada a una mazmorra oscura y húmeda, se le ofrecía la escena como un flautín haciendo tirabuzones en sus lágrimas. Pensaba en sus escasos quince años; y en la inminente muerte, a dentelladas de fuego en la hoguera, que para ella preparaban ya las tristes y deformes almas que la llamaban bruja.
Imaginaba el fuego iracundo llegando hacia ella con su ansia de crecimiento. Miraba su piel, entregada y traicionada; sus manos… ¡las mismas que habían curado a tantos! Toda su vida ardería ante los ojos duros del mundo, como un papel inservible, despreciado. Llevaba estremecida muchas horas, sudando, atrapada, pensando en el fuego, porque a la muerte no la temía, pero sí al atroz mordisco de las llamas. Acercada a un ventanuco por el que le llegaban las palpitaciones del mundo exterior, escuchó el olisqueo de un perro que merodeaba cerca. Después, le penetró los oídos el canto roto y estridente de un gallo joven, todavía torpe en dominar las armonías del poder. Imaginaba afuera la mano madrugadora, tierna que amasaba un pan; el horno frío despertando a la vida poco a poco, igual que los hombres que salían al campo helado mientras la sangre les bullía alegre y en paz... Escuchó el crujir de las hojas socas. Alguien se acercaba con paso lento. Luego sonó un maullido débil, lamentoso. Sonrío; sabía que un gato sentía su presencia más allá de los muros.
Cuando te van a matar, la vida cobra dimensiones gigantescas y te salpica más y más con sus mares de belleza. Pensó en el don extraordinario que se le había concedido al nacer: sólo observando un tiempo, obtenía el por qué de los fenómenos; el secreto oculto de cada cosa y sus relaciones con las demás. Pero además, su percepción le permitía penetrar los cuerpos; ver los órganos, las enfermedades y sus causas. Por ello se convirtió en la mejor curandera de toda Munich.
Sin embargo, su inteligencia topaba con una montaña descomunal, opaca y negra: el por qué de castigarla por ayudar a los demás.
Volvió a contemplar a las efímeras, felizmente concentradas en sus vuelos nupciales, a través del minúsculo ventanuco de la prisión, cuando a su espalda notó una leve presencia: una ninfa de efímera permanecía estática sobre el ennegrecido muro. Erika, sorprendida, le dijo con el pensamiento:
“¿Pero… qué haces ahí todavía?, ¿tienes miedo?, ¿por qué no vuelas ya como las otras?”
La sentía vulnerable, diminuta, fragilísima, exactamente igual que ella, atrapada y sola en una fría pared, a merced de los brazos del terror.
El sol estaba ya en su cénit. Pronto vendrían a por ella. Sus dudas, su pavor, parecían dibujar sombras inquietas, nerviosas, por las paredes. Voces internas, exaltadas, en lucha, comenzaron a alternarse dentro de su mente:
—No encuentro mi poder. ¡Estoy perdida!
—No. Concéntrate. Piensa. Observa…
—Pero la luz me distrae, ¡quiero gritar!; no comprendo el porqué de todo esto...
—No importa. Ese porqué no te pertenece. Vuelve a tu mundo, trabaja, respira hondo, sabes cómo hacerlo…
Afuera, un labrador pasaba, cantando una vieja tonada popular.
—La vida me abandona.
—Concéntrate, —se volvía a decir a sí misma—, como las efímeras lo están, sólo centradas en su vuelo.
Sentía un frío extremo para poder pensar. Pero con el esfuerzo que sólo la desesperación aporta, empezó a sentirse alienada con su verdadero propósito. Miraba intensamente a la ninfa* como un plano sobre la pared con instrucciones, repleto de símbolos.
—Concéntrate.
—No. Duele.
—No importa. Más, más, más.
— ¡Ah, qué dolor…! ¡Es terrible!
—Tú sabes que es así. ¡Sigue, sigue, es la ley…! —se decía gritándose a sí misma, implacable.
Estaba creciendo tanto por dentro que pensaba que iba a estallar. Gritó desde las entrañas, como gritaría la madre tierra al parir la primera célula que dio origen a toda la evolución… Y luego, la paz tomó la forma de su verdadero cuerpo. Cesó todo el dolor. Se parió a sí misma. Ahora, volaba, inmensa, completamente libre...
La hoguera estaba dispuesta. La muchedumbre aguardaba morbosa. Cuando los carceleros abrieron la mazmorra, encontraron el cuerpo semitraslúcido de una hermosa muchacha, completamente vacío por dentro. Y a sus pies, la finísima carcasa abandonada de una pequeña ninfa de río.
Sin duda, pensaron los hombres, es una bruja: una bruja extraordinaria.
*Ninfa es el estadio juvenil de un insecto, antes de pasar a la metamorfosis y transformarse en adulto.