Cuentos bajo la almohada: Un cadáver en el ascensor

Un cadáver en el ascensor


  


IMÁGENES NO APTAS PARA LOS VIVOS

 

Entré en el ascensor. Lo primero que veo siempre es mi figura al completo, pues tiene un gran espejo, que parecía pulimentado por el peso de los siglos. O sea, que brillaba mucho. Como cada día, antes del trabajo, le daba los últimos toques a la melena, cuando, cuál no sería mi sorpresa, la mujer que tenía ante mí era yo, pero con cara de muerta. Y no por no haber dormido mal ese día... No; estaba inexpresiva, completamente echa un fiambre. ¡Menudo susto me estaba dando el endemoniado espejo!

Después, subió un anciano con su perro; y lo mismo. Los dos tenían los rostros yacentes. Ya no podía más del miedo. Lo comentamos en el ascensor. No, no estaba loca. Él hombre  también percibía el fenómeno, y su perro, nervioso, comenzó a aullar. Lo hablamos también con la portera al salir, la cual me confirmo su terrorífica experiencia cuando lo limpiamos ese día; me dijo que todos los que bajaron por él, salieron más muertos que vivos tras verse en el espejo con esa cara azul recorrida por pequeños huéspedes sin patas.

Si todo hubiera acabado ahí… Pero tras volver de mi trabajo, confieso que muy temerosa de volver a usar la espantosa caja deslizante convertida en féretro, no pude hallar la puerta de mi hogar. Di trescientas vueltas y sospeché ansiosamente de mi cordura. Al preguntarle a un paseante por el número de mi edifico, me contestó que aquel bloque de apartamentos fue demolido hacía ya veinte años. Y como, obviamente, yo  no creo en fantasmas ni en tonterías de esas, y soy un rato cabezona..., sigo buscando mi puerta, siglo tras siglo.


***

 




Aunque yo no participé esta vez en este reto, os animo a descargar el libro gratuito en pdf que recoge todas las creaciones de mis compañeros para este desafiante y precioso reto: 

Un cadáver en el ascensor


2 comentarios:

  1. Y supongo que a estas alturas, la encontrarías... Ay Volarela, por los dioses del Olimpo, me sacaste una sonrisa de oreja a oreja.

    Un relato con mucha intriga. Te dejo besitos y que la bendición de Dios sea contigo.

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    1. Qué va... la pobre sigue y sigue, ya sabes que los fantasmas son muy cabezones...
      Ahí me has pillado poniendo estas cosillas; me picó eso del cadáver en el ascensor, y ya ves... riéndome medio sola con mis personajillos.
      Gracias por esa bendición, contigo también :)
      Besitos

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