Cuentos bajo la almohada: La voz de la memoria. Relato

La voz de la memoria. Relato

   



                                        Escrito para el Tintero de Oro dedicado a Miguel Delibes





LA VOZ DE LA MEMORIA


Empezamos por visitar el río. Sin duda, mi mayor felicidad desde los cuatro a los diez años. Después, mis padres decidieron que marchara del pueblo a la ciudad para hacerme un “hombre de provecho”, porque por lo visto los habitantes de los pueblos no son de provecho; algo que entonces no entendí, ni ahora tampoco.

Los ríos no cambian. Nosotros sí. Seguía sorbiendo la tierra con su lengua larguísima, exactamente con la misma constancia y pasión de siempre. Así nos imaginábamos al río, el Trucha,  Lluc y yo, como una lengua líquida saliendo de un gigante de piedra llamado  Pic Roig. Nos sumergíamos gozosos como tritones en ella mientras nuestras madres, algo más abajo, lavaban la ropa. El murmullo de las mujeres se unía a la fiel monotonía de las aguas.

Mis recuerdos son de una belleza prístina; hasta los sermones de Don Ezequiel, truenos desde un púlpito, que nos amedrentaban y hacían explotar el mismo infierno en la almohada, ahora me parecen entrañables.

En ese instante, mi mujer y yo vimos posarse sobre una roca del río a una lavandera cascadeña. El sol espejeaba en su pecho dorado como un saludo jovial: recordé, todavía turbado, a Pascualilla la hija de la maestra, inquieta, risueña, una flor en movimiento oliendo a “Lavanda inglesa”.

-Peret, toma, te dejaste el libro en mi pupitre.

Hay diminutas ternuras que se agrandan y se gozan con la distancia de los años.

Subimos al pueblo. No me pertenecía ya; ni a mí ni a nadie. Era de la soledad. Y de los gatos.  La enfermedad y la vejez lo mancillaba igual que a todos… Las casas me miraban desde sus ventanas ausentes, un tanto desoladas por su incapacidad de proteger a alguien.

Docenas de gatos silenciosos como la luz que se reflejaba en los muros, vagaban con la indolencia de una vida plena. Por todas partes había alguno saliendo o entrando por sus nuevos hogares. Sorprendidos nos contemplaban como a súbitas apariciones. ¿Quién los alimentaría? Pensé yo; “La paz” parecían responderme.

Llegué a mi casa, junto a la iglesia. Sabía que iba a sentir una gran tristeza al contemplarla en aquel estado, desvalida ante la agresiva vegetación. Un gato blanco, como el que teníamos, posaba cual estatua egipcia en el mismo saloncito donde hilaba mi madre. Escuché (sí, lo oía nítidamente) el sonido de una rueca. Para mi propia sorpresa, no me asusté.  Comencé a escuchar fuera de la casa el canto de un gallo, ronca flecha que abría mi memoria en gajos.

Nuevos sonidos llegaban, reconquistando sus viejos espacios: el Ximo y el Pecas jugando en la plaza desierta, el alarido de la niña enferma de la Toña, desde una habitación ahora inexistente; golpes metálicos saliendo por el ventanuco de la herrería, chanzas y risas desde la fuente completamente cegada por la tierra… El vuelo del vencejo, ilusionado como un niño repasando sus cromos al anochecer… Creí reconocer el ladrido de mi Negrillo… y la voz de mi madre llamándome para cenar. Estaba impresionado. Pero no sentía miedo, sino alegría. Ante mí se desplegaba toda la vida acústica de mi pueblo y yo parecía ser el director de tal orquesta, pues mientras mi mente enlazaba una memoria con otra, los sonidos llegaban a mí absolutamente reales.

Mi abuelo, hombre de recio mutismo, a mí sólo contaba historias increíbles como la que estaba viviendo. Quizá su influjo seguía allí, porque estando a su lado cualquier cosa era posible. Fue también padre y amigo, y un hombre respetado por el pueblo, casi temido por su solemnidad natural: lo apodaban “el Tordo” porque los tordos le seguían cuando iba a por esparto para sus cestas.

Era cestero. Su silencio se hacía voz en sus manos, se transformaba en preciosos cestos, siempre diferentes, creativos, aunque sólo sirvieran para llevar simiente, ropa sucia o racimos de uvas.

Juntos observábamos los pájaros. Del abuelo aprendí la confianza; de las aves la libertad y la música: llegué a diferenciar por el canto una terrera de una alondra.

Él, un ave más, a menudo canturreaba con una leve sonrisa en los labios. Recuerdo preguntar a mi madre:

“¿Por qué el yayo cantuchea*?” Ella me respondió: “Para matar la pena.”

Yo no entendía la muerte; era demasiado pequeño. Tiempo después me lo contaron: su mujer había caído de la mula un día festivo en que ambos se dirigían al pueblo vecino.

Unos adolescentes hicieron estallar un petardo, no muy lejos del camino que ellos seguían, y la mula, asustada, se encabritó, elevándose sobre sus patas traseras. Mi abuela cayó. Los chicos se acercaron a ayudar y la llevaron herida hasta el pueblo. Mi madre me contó que les dijo:

“Gracias, hijos míos, Dios os lo page en bendiciones, que yo ya no podré hacerlo." No llegó viva.

El abuelo desde entonces se limito a emplear los monosílabos básicos para la supervivencia. Sólo a mí me hablaba. Pero a menudo cantaba, sonriéndose, una dulce tonada popular. Yo, sin comprender la profundidad de su drama, le escuchaba con placer y curiosidad, como el que escucha a un ruiseñor oculto entre el follaje.

Ahora volvía a sonar su canturreo. Era la misma voz…, fuerte, varonil. Se extendía por todo el pueblo, penetraba en mí como un humo aromático. Dejé que me embargara su recuerdo pleno de afecto.

Todo pasado sigue vivo en algún lugar, decía mi abuelo, intocado, inmutable, eterno, esperando nuestro reencuentro.


 ***

*cantuchea. Licencia: canturrea

42 comentarios:

  1. Muchas gracias, Maite, por participar con este relato en el homenaje a Delibes. Un abrazo.

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  2. Hola, Mayte, ¡guau! "Su silencio se hacía voz en sus manos", ¡qué maravilla! Así como el párrafo final. Un relato en prosa cargado de poesía, me ha gustado la historia, pero mucho más la forma de narrarlo. Te felicito.
    Un abrazo. 🤗

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  3. Muy bien escogido el tema: la España vaciada ( que por aquel entonces no debía aún llamarse asi) y su máxima expresión que es el pueblo abandonado, y más aún, como parece este por abandono natural ( en contraposición a uno abandonado por guerra por ejemplo, en que su destrucción te obliga).
    La descripción bucolico-rural-infantil da paso con el episodio de Pascual inaugurado a lo que viene qie es un alarde de sensibilidad, delicadeza y sutileza, que se centra en el abuelo, su dureza estoica, sus penurias, que ridiculizan las nuestras y sus confidencias exclusivas hacia su nieto, precisamente porque aun no comprende su situación vital, según él mismo nos confiesa.
    Describes muy bien esasensacion de cómo lo vivido permanece flotando en el aire para ser recordado, incluso diría pendiente de que alguien lo descubra.
    Besosss y suerte en rl concurso.

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    1. Hemos coincidido en tema! :)
      Gracias por tan delicado y detallado comentario.
      Muchos besos y suerte para ti también :)

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  4. Hola Mayte.
    La poesía de tu relato nos acerca la nostalgia del ayer, con sus voces y sus ecos tan vívidos que los sentimos nítidos. ¡Ay la tristeza de los pueblos abandonados a su triste destino de desaparecer! Por suerte, aún permanece la memoria que los acerca nuevamente, reviviendo tiempos en que eran personas y no sólo gatos quienes disfrutaban de sus calles, sus casas, sus momentos añorados. Un abrazo
    Marlen

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    1. Es el destino de todo ser vivo... o no: desaparecer, al menos en su forma atómica conocida.
      Un abrazo, Marlén! :)

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  5. Unaentrada buenisima, un placer
    visitarte mi amiga Maite.

    Besitos dulces
    Siby

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  6. Cuantos recuerdos sonoros en ese paisaje desierto y silencioso! Me ha encantado como lo has descrito, magistralmente! Es como si pudiera verlo... y oirlo! Un abrazote y mucha suerte en el concurso!

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    1. Si lo has oído y todo... no me puedes dejar más contenta :)
      Gracias mil.
      Un abrazote y suerte igualmente :)

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  7. Que tal Maite! vos siempre a la altura de los desafios y mas, querida amiga. Tu sensibilidad se esparce por la mirada del lector. Sabes, en cada lectura tuya encuentro algo provechoso para la vida.

    Un abrazo y muy buen fin de semana x large.

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    1. Me encanta que descubras cosas en mis escritos.
      Gracias y un fuerte abrazo!

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  8. Estupendo relato Maite. Bien narrado con una prosa cargada de poesía. Te felicito. Mucha suerte! Un abrazo!

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  9. Estupendo micro donde repasas todas las vivencias en un entorno rural visto desde el presente que vuelve al pasado. Precioso. Saludos

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  10. ¡Qué maravillosa historia, Mayte!, no soy capaz de destacar cada frase que me gusta, cada afirmación o negación, porque todo, absolutamente todo, es destacable. La poetización de lo vulgar, a lo Delibes, a lo Mayte López. ¿Te das cuenta de lo que has escrito, compañera?
    Mira que hay buenos aportes, pero el tuyo es una pequeña gran obra que leer, y releer. Neoralismo puro y duro y con una sensiblidad exquisita.
    Que me ha encantado, ya ves.

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    1. Creo que te has confundido con mi tocaya, López, jaja :) Es fácil.
      No sé cómo agradecerte tan maravilloso comentario. Me alegras mucho.
      Un abrazo, compañera! :)

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    2. ¡Ay! Maite Sánchez, disculpas.

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  11. Hola Mayte, me ha gustado mucho tu trabajo, tiene una cualidad casi poética. Nos llevas de la mano de los recuerdos y cada uno es maravilloso, nos haces partícipes de ellos junto a tu protagonista. Un relato muy entrañable. Enhorabuena.

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    1. Me alegro un montón. Tú si que nos metes de lleno en tus personajes.
      Gracias!
      Un abrazo :)

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  12. Hola, Maite. Me ha encantado tu relato poético. La de recuerdos que me trae tu protagonista. Qué pena que todas esas imágenes que nos recreas se hayan perdido. Ha sido muy bonito revivirlas con tu texto. Felicidades. Un abrazo!

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    1. Es fabuloso que te traiga recuerdos... más aún porque no lo he podido vivir...
      Un abrazo, tocaya :)

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  13. Tuvo suerte porque experimentó una psicofonía de manera sobrevenida y natural (cuando los expertos precisan de aparatos sofisticados) repleta de sonidos blancos: costumbristas, familiares, aldeanos, de flora y fauna y la experiencia vivida dota al presente relato de una originalidad virtuosa y llana. Entre línea y línea, el lector levanta la vista y anhela el horizonte campesino y sobresaliente, repleto de pureza que dehorta la alambicada vida urbanita. La prosa es sencillamente estupenda y recluta los sentimientos que todos poseemos en nuestro fuero interno en donde danza El Amor a Gea, La Tierra, Madre y Existencia.
    ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Recibe Mis Consideraciones Más Distinguidas!!!!!!!!🗺️🌍

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    1. Imagina si hubieran llevado la grabadora los de Iker, ja,ja.
      Quería que fueran voces blancas... Un don heredado del abuelo.
      Gracias, es un regalo para el que escribe: haberte hecho levantar la vista de las líneas para soñar ... Delicioso, Juan.
      Recibe también mis consideraciones más distinguidas!

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  14. Un relato perfecto para el reto, con esa persona del abuelo que habia vivido una gran tragedia a causa de un evento tan simple como ese sonido de petardos. Todo el ambiente del relato es muy bello, con expresiones muy memorables como lo del rio/lengua. Aplausos

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    1. Tengo obsesión con los sonido. No me había dado cuenta que hasta el petardo es un sonido... en este caso mortal.
      Muchas gracias, Jose, un placer de verdad.
      Un abrazo :)

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  15. Hola Maite. No se si es tu caso, pero cuando se ha vivido la naturaleza de niño ese influjo queda para siempre anclado en el corazón. Es la situación del protagonista de tu historia, que visita el pueblo de su niñez cargado de recuerdos y atrapado por la nostalgia, un pueblo que ha ido languideciendo como tantos otros de estas tierras nuestras. Los recuerdos y vivencias del narrador son en parte también las mías, y supongo las de muchos otros que te hemos leído. Tanta es la fuerza de sus recuerdos que llega a ver y oír los sonidos que antaño poblaban esos lugares. Entrañable la figura del abuelo, con sus silencios cargados de sabiduría, y entrañable la lengua del río que es tal vez el único inmune al paso del tiempo. Excelente prosa. Un abrazo.

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    1. Precioso lo que dices, Jorge. Haber llegado a vuestro corazón con esos recuerdos es lo más bonito. Yo no lo he vivido, para mí es sólo una imaginación, un idealización de otra vida mejor... más pura y cercana a lo natural. Pero sí lo he oído de personas mayores.
      ¡Un abrazo muy agradecido!

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  16. Hola, Maite. El texto es tan bueno que uno no sabe qué destacar. "Hay diminutas ternuras que se agrandan y se gozan con la distancia de los años". Esta frase me ha cautivado, pero es solo una de las muchas frases hermosas que esconde tu relato. Poesía hecha prosa. Enhorabuena.
    Un abrazo y suerte.

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    1. Destacas una frase que es quizá la esencia de la historia: una exaltación de aquellas pequeñas cosas a través del tiempo. El hecho de perderlas aún las engrandece más.
      Eres de lo más amable y generoso.. Gracias mil.
      Un abrazo :)

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  17. Hola Maite enhorabuena por tu relato, me ha encantado. Invita a cerrar los ojos y a reencontrarse con lo vivido, con los recuerdos, con los sueños. Tus palabras son como un remanso de ese rio que relatas. Suerte y un abrazo.

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    1. Qué fantástico que te haya encantado!
      Me encanta a mí lo del remanso, precioso...
      ¡Muchas gracia!
      Un fuerte abrazo y suerte para vosotras también

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  18. Hola, Maite. Es bueno, en los tiempos acelerados que vivimos, pararse un momento a mirar, oír y pensar, pues la vida pasa sin remedio en torno a nosotros. Nuestro protagonista retorna a su pasado, visitando un pueblo solo vivo para los gatos que lo habitan, y en vez de miedo o tristeza siente una gran felicidad al reencontrarse con su pasado.
    Un trabajo genial. Te deseo lo mejor en el concurso.

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    1. "La vida pasa sin remedio"... Y nos la estamos perdiendo... Totalmente de acuerdo. Hay que pararse a mirar, oír y pensar...
      Muchas gracias, Bruno. Lo mismo te deseo
      Un abrazo!

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  19. Cuando nos hacemos mayores echamos cada vez más la vista atrás.
    Es sorprendente ver como cambian las cosas, tu pueblo, tu barrio y la verdad de la frase "antes, todo aquello era campo". Luego, te acostumbras y no creerías que antes fuera de tal forma porque ahora ya no es así.
    Drama el de los pueblos marchitos.

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    1. De jóvenes hacia delante, de mayores hacia atrás... ¿Cuándo miramos al presente? :)
      Muchas veces he escuchado esa frase... Finalmente el planeta será todo de cemento...
      Gracias por la lectura, y un abrazo :)

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