EL TRINO QUE AMANECE
Mi sueño fue recogido por los ángeles de la noche y lo transformaron en una mariposa. La he visto alejarse con mi vida en sus alas.
Y yo he despertado como un pollo abriendo el cascarón.
Inspiro la paz vertical de un eucalipto. Mi respiración tiene color de amanecer. Expiro una palabra pronunciada por el sol.
Un viento rasguea la grama con música de conchas. Tambores a lo lejos: son los caballos, levantando el polvo del futuro.
La niebla busca el corazón de los pájaros, y la tierra sonríe con sus suaves lombrices. Mi pulso escapa hacia el pentagrama de flores del nuevo día. ¡Oh, esta música...! ¿Cómo es posible?
Me alzo desnuda bajo un cielo de trinos naranjas. Y una fina lluvia de pétalos solares se derrama desde las nubes hasta envolver mi piel con la pasión purísima de las rosas.
Amanece; ha concebido el cielo su milagro. Y milagrosamente, también yo he amanecido. Me arrodillo. La luz señala entre la hierba un caracol de oro; trepa por mi dedo como un tirabuzón húmedo... Mueve sus cuernecillos tanteando mi existencia... Lo miro. Y siento que algo inmensamente dulce, desde el azul recién pintado del cielo, me contempla a mí... Y acaricia con sus nubes eternas mi garganta...
Y canto, junto a un coro universal, el trino que amanece a la vez en todos los tiempos.